En mis noches solitarias, tristes, huecas
cobijado en mis recuerdos
paso largas, largas horas contemplando tu retrato
y dejando que mis sueños, esos sueños transnochados
con la angustia en que me pierdo
me dirijan por la senda florecida de tus pasos
Pienso en cosas imposibles, cosas locas
que parece tu mirada comprendiera
y te miro fijamente, largamente, para ver si me respondes.
Muchas veces es tan honda la emoción de mi quimera
que he sentido tu mirada más alla de no sé donde
y tus labios que me cuentan de tu amor y de tu espera.
Cada carta, saboreada veinte veces lleva escrita
junto a cada letra tuya la caricia de mis labios
Te imagino cuando escribes y las cosas que me cuentas...
En mis noches solitarias las memorias pasan lentas.
Torturantes,
Y presiento entre mis manos la caricia de tus dedos
y tus besos en la fiebre de mis sienes delirantes.
Entre todos tus recuerdos
de esos tiempos repartidos entre besos y ternuras
va buscando el alma mía la ilusión de tu cariño.
Y entregando en tu regazo, con las cuentas de mis sueños
a las perlas de mis ansias, el calor de mis ensueños
y el dolor de mi amargura.
El mechón de tus cabellos
que me diste aquella noche, sin saber lo que decías
los colores en tu rostro y en tu mano los temblores que tu pena y tus temores confundieron con la mía.
Lo acaricio entre mis dedos y el devuelve mi caricia
en mis párpados mojados y en mis húmedas mejillas.
En mis noches solitarias, silenciosas
voy tejiendo los recuerdos del pasado
con los sueños del mañana
y mirando tu retrato voy contándote mis cosas
y pidiéndole al destino que hasta el pie de tu ventana
lleve el ruego de mi pena y el calor de mis canciones
y que nunca, nunca, nunca reina mía me abandones.
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