Espero que lo disfruten y lo comenten.
“EL MAR DE LA FELICIDAD”
J. J. Martínez Vera
Cuando se estudia la situación de Cuba y Venezuela en el Almanaque Mundial de Selecciones correspondiente al año 1.955 (Páginas 85 y 156 respectivamente) las cifras de las Naciones Unidas hacen evidente el mayor desarrollo socioeconómico cubano en esa época. Con una población ligeramente menor (5,77 millones) que la de Venezuela (5,92 millones), el porcentaje de personas que supieran leer y escribir llegaba al 84 por ciento, mientras que el nuestro sólo alcanzaba el 43 por ciento. Disfrutaba de 30 periódicos diarios mientras que aquí circulaban 13. Las cabezas de ganado vacuno, a pesar de que en nuestro país caben 8 Cubas, era de 5,5 millones en ambas naciones. Si bien nosotros teníamos una riqueza petrolera que no nos había costado mayor esfuerzo, ellos se habían convertido en el mayor productor de azúcar en el mundo. Y ambos países tenían partidos comunistas insignificantes.
En esa fecha, un año antes de que Fidel llegara a la Sierra Maestra, los cubanos, chistosos y contestatarios, parranderos y alborotados, representaban el tipo más alegre del Caribe. De acuerdo a un estudio de la época, se caracterizaban por la sociabilidad. “No sólo visitan hogares ajenos constantemente, sino que le encantan las reuniones en clubes, fiestas, cafés, tiendas y teatros. Uno de cada tres residentes de La Habana pertenece a un club o a una organización social”. La alegría de vivir cubana era un reconocido parámetro internacional. Quienes compartimos con ellos aquellos años, recordamos la seguridad que éstos tenían de que Fidel nunca podría ser comunista. Aducían la cercanía geográfica con los Estados Unidos, la carencia del estoicismo y disciplina soviéticas, las mínimas simpatías del pueblo por el comunismo, las relaciones históricas, económicas y sociales entre los dos países y los ingresos que el turismo del norte les aportaba. Se reían de las críticas que acusaban a Cuba de ser un night club y balneario gringo. Pero en materia política estaban terrible y dolorosamente equivocados.
De acuerdo al World Almanac del año 2.007 (también cifras de las Naciones Unidas) Venezuela tenía 23,73 millones de habitantes. Cuba tenía 11,38. Desde 1955 Venezuela aumentó su población en 17,81 millones, equivalente a un crecimiento del 400 por ciento. Si Cuba, más desarrollada al principio del periodo, hubiese tenido similar crecimiento, y si el desarrollo representa una vida mejor para más gente, debería haber tenido una población no menor de 23,08 millones. ¿Dónde estaban los 11,7 millones de cubanos que faltaban?. Las cifras indicaban que había más gente faltante que la presente. También se sabía que 600 personas fueron fusiladas en 1.959, que 700.000 se habían exilado en 1.960, que Estados Unidos aceptó recibir a 20.000 por año, pero que las filas de postulantes eran interminables y que otros países habían adoptado medidas similares. Por lo tanto la ausencia de esos casi 12 millones de personas sólo puede ser explicada por tres factores: los fusilados, sin descendientes; los exilados, con sus descendientes no cubanos; y la baja natalidad en la isla debido a las opresivas condiciones económicas.
Pues, ¿cómo están viviendo los 11 millones que quedan en Cuba?. De acuerdo con el Presidente Chávez: en el “Mar de la Felicidad”. Pero en la realidad con libreta de racionamiento. Para conseguir casi todo hay que hacer colas todos los días. De los 30 queda un periódico: el Granma. Pocos y viejos autos. Sólo televisión oficial. Muchos presos políticos. Cero libertad. Cero elecciones libres. Como el papel higiénico falta mucho, el Granma es usado mucho. Muy difícil salir de la isla porque muy pocos quieren regresar. El mayor problema para los que escapan, como los médicos de Barrio Adentro, es la familia que se queda y enfrenta los problemas de allá. Todas las asociaciones son manejadas por el gobierno. El ganado se redujo en 25 por ciento. Importa 3 veces lo que exporta, pero se remedia con el petróleo venezolano y con un turismo que ofrece “jineteras” y hoteles donde los cubanos no pueden entrar. Las jineteras, que antes fueran execradas, ahora son protegidas por el gobierno porque contribuyen con los ingresos de la revolución.
Muchos venezolanos piensan hoy de Chávez lo mismo que los cubanos creían de Fidel en 1.958. A pesar de las palabras y acciones de Chávez, siguen creyendo que Venezuela nunca se convertirá en comunista. Solo así se entiende que en las encuestas Chávez cuenta con las simpatías de un 40 por ciento, mientras que menos de un 20 por ciento aceptaría un sistema tipo cubano. El otro 20 por ciento debe creer que Chávez lo dice “jugando”. También deben creer que cuando Fidel, Raúl Castro y Hugo Chávez hablan de VeneCuba carecen de un plan para hacer realidad sus deseos. Deberían recordar que los Castro se han mantenido por 50 años en una isla que carece de los recursos naturales que posee Venezuela y que mantenerse en el poder con petróleo es mucho más fácil.Se olvidan de las expropiaciones (3 millones de hectáreas en el campo y miles de construcciones citadinas sin entregar un solo título de propiedad y donde sólo se permite el derecho de uso); la imitación de todas las leyes cubanas, la influencia de los activistas cubanos; la centralización del poder; la militarización de las instituciones; las groseras y arbitrarias acusaciones a todo opositor; las violaciones a la Constitución; su persecución a los medios de comunicación privados; su apología de la pobreza; el hostigamiento brutal a los disidentes; el uso abusivo del dinero del Estado con fines electorales, el irrespeto al 45 por ciento de los votantes que eligió a candidatos de oposición; el uso de la chequera nacional para comprar apoyo político internacional, la desatención a los graves problemas que aquejan a la república; la estatización de empresas importantes para volverlas deficitarias; su empeño de perpetuarse en el poder; la conversión de PDVSA en su alcancía personal; la impunidad del crimen; el apoyo a las guerrillas; la asociación con países autocráticos como Rusia, Bielorrusia, Cuba, Irán, Corea del Norte; el ataque a todos los países y dirigentes donde los pueblos disfrutan de bienestar; su salida de instituciones regionales tradicionales; el despilfarro en cientos de proyectos económicos improvisados y fracasados; sus subsidios a la clase más desposeída para evitar que salgan de esa clase y sigan siendo su carne de cañón, su dominio absoluto sobre todos los otros poderes.
Los venezolanos hacen como el avestruz para seguir en el limbo. Venezuela no es Cuba, dicen. Cuando los avestruces saquen la cabeza de la tierra los curas revolucionarios estarán cantando en sus púlpitos: “Consummatum est”. Si los venezolanos no despiertan estaremos el año 2.012 marchando con nuestras camisas rojas, y yo entre ellos, rogando una mejora de 50 gramos en nuestras libretas de racionamiento. Cualquier cosa para sobrevivir como en islas rodeadas por el mar de la felicidad. Ese mar que, en efecto, muchos cubanos prefieren, a pesar de la vigilancia, la sed y los tiburones, porque representa la prosperidad y felicidad que nunca podrán obtener en su tierra nativa.
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